Nacida en el valle Yaqui en 1993. Estudios de la Licenciatura en Artes Plásticas en Hermosillo, Sonora. Ha realizado diversos estudios en academias como Lorenzo di Medici en Florencia y New York Academy of Arts. Residencia en Guadalajara en 2017. Seleccionada en el 8vo Diplomado en producción de proyectos en artes visuales en el Centro de Artes de San Agustin el 2019. Su producción mas reciente es enfocada al revalorizar de manera mas integral la cultura de alfarería en las etnias indígenas de Sonora a través de pintura y diferentes técnicas de escultura.
SEMBLANZA
The Team
Lessie Barron
Creative Director
Tanya Carr
Design Director
Rey Mills
Motion Artist
Selected Clients
- Laybox
- ESQUI
- Laural
- Vuite
- Tunetone
- PopHop
DP
CV
EDUCACIÓN
Universidad de Sonora
Licenciatura en Artes Plásticas
2012-2016
Lorenzo Di Medici
Certificado en Pintura y Ceramica
2013
New York Academy of Arts
Certificado de Pintura y Dibujo de figura humana
2015
Centro de artes de San Agustin
Diplomado en producción en Artes Visuales
2019
EXPOSICIÓNES
“ Inicio de tiempos “ | 2017
Residencia con Cesar Aréchiga Studio.
Guadalajara, Jalisco.
“ Así sucesivamente” | 2019
Diplomado de producción en artes visuales en Centro de artes.
San Agustin Etla, Oaxaca.
“ El encuentro del cuerpo danzante” | 2021
Residencia en Tajo Taller Ciudad de Mexico, Capital de México.
“ AUTOENGAÑO" | 2022
Exposición colectiva en Galeria Aguirre | 2022
Ciudad de Mexico, Capital de Mexico.
PRENSA
Herencia y ritual en la exposición:
“El encuentro del cuerpo danzante”
“Pero los caminos de ella eran más largos que todos los caminos que yo había andado en mi vida”
Juan Rulfo, El llano en llamas.
Velas, trozos de madera y piedras dispuestas en un mesa larga, fue cómo nos dio la bienvenida la artista sonorense Daniela Plascencia a su exposición “El encuentro del cuerpo danzante” en Tajo Taller. Al entrar fue como si por unos instantes visitásemos un espacio-tiempo distinto y nos invitó a presenciar su propio ritual. Al fondo de la mesa, se vislumbraba un collar hecho de ramas de Guamuchil (Guaje) dedicado a sus ancestras mujeres a manera de agradecimiento. El collar me llevó a pensar en la importancia de honrar nuestras herencias, especialmente con las mujeres que nos preceden, porque al honrarlas a ellas, también honramos caminos andados, nuestras danzas, nuestra tierra y nuestra propia existencia.
Siguiendo el recorrido de la exposición, la artista nos presentó su trabajo en cerámica de baja temperatura por medio de vasijas funerarias que representaban a sus guardianes, a su familia, en cada unx de ellxs podíamos presenciar una personalidad muy propia. También a lo largo de la pared había cuadros en cerámica que te permitían sentir un poco de su tierra. Y fue así, que a través de su obra en cerámica la artista nos sumergió en las profundidades de la vida en Sonora, especialmente del Monte de Álamos, a través de las rutas, las grietas y la estética de su obra, nos acompañó con los mayos, los yaquis y los comca’ac (seris), caminamos por las sendas que ella había andado y con las personas que ha con-vivido.
Nos tomó de la mano y nos sumergió en su propio territorio, nos llevó por sus raíces. Pero también nos compartió cómo esas raíces la ayudaron a su propio camino de regreso a ella.
Una evocación constante que tuve a lo largo de la exposición fue la huella de libertad que la artista vive y materializa en su obra. Como dice la escritora Ariadna Solís, como mujeres, a veces “la libertad que conocemos tiene más que ver con los saberes y deseos que nos han heredado las mujeres que nos preceden y acompañan”. Pero Daniela Plascencia desarma esos deseos heredados. A través del agradecimiento y el honrar a sus ancestras, se libera y se permite caminar su propio camino.
Su exposición es una experiencia senso-afectiva donde pudimos caminar sobre tezontle, sentir la tierra y hacer tierra; beber bacanora saboreando los frutos de su región, ver a través de sus piezas el color del barro del Monte, y así fuimos revisitando su territorio junto con ella. Pero también nos compartió su propio sacrificio, sus dolores, su fuerza y la importancia de tomarse el tiempo para morir y volver a nacer, para la pausa, para soltar, para ser libre y ser ella; sentir y vivir.
Es como si nos diera el recorrido de su vida y de su ser ancestral. Nos compartió no sólo la esencia de su tierra, sino su propia alma. Desde el uso del barro en colores terracota, la unión, el amor a la familia, el significado de hacer comunidad, de ser-con y devenir con otrxs. Ella así, creando, honra su pasado, su herencia, lo agradece y lo suelta para seguir danzando. La sensación de estar en el lugar fue una invitación a formar parte del ritual, acompañarla en el viaje, y a lo mejor, soltar también nosotrxs un pedacito de lo que ya no necesitamos. Aprehender (con h) y valorar la conciencia de vivir y de estar.
Isis Yépez
Escritora y curadora independiente